Desde su fundación como villa en 1300, Bilbao se ha transformado a lo largo de estos siglos. Su metamorfosis en las últimas décadas, conocida como “el efecto Bilbao”, es la última de estas transformaciones de una ciudad mercantil y portuaria que siempre ha estado abierta a los cambios de los tiempos. También es una ciudad que ha sufrido las contradicciones de esos tiempos, las oposiciones entre campo y ciudad, las luchas entre familias nobles locales, la intervención de la Corona, el combate entre el Antiguo Régimen y los ilustrados, guerras y violencia. La explotación de sus minas de hierro a partir de finales del siglo XIX introduce nuevas dinámicas, aparición del proletariado, acumulación de capitales, profundos cambios sociales… Todo ello se lee en su arquitectura, en sus calles, museos e instituciones.
La profunda crisis de ese modelo industrial de siderometalurgia y astilleros navales, en los años 80, obligó a replantear la ciudad, reurbanizando las instalaciones portuarias y astilleros que se encontraban en el corazón de la ciudad. La ría de Bilbao (tramo final del río Nervión) fue saneada; el metro de Bilbao logró articular una aglomeración urbana de cerca de un millón de personas; se crearon centros de innovación tecnológica… y la apertura, en 1997, del Museo Guggenheim hizo que los bilbainos nos acostumbráramos a ver turistas en nuestra ciudad.
Más allá de la tarjeta postal de Bilbao, les mostramos una ciudad con sus contradicciones y sus problemas para afrontar el futuro. También con su energía que hace que supere los desafíos.